Ascenso trail running al tresmil más “fácil” del Pirineo

ThomStrong nos relata su ascensión al pico Taillón (3.144 m), considerado el tresmil más accesible del Pirineo, pero que no por ello deja de ser un desafío considerable.

La ruta, con casi 2.000 metros de desnivel positivo, comienza en el Refugio de Bujaruelo, atraviesa el río Ara y se adentra en un bosque antes de ganar altura rápidamente. El recorrido pasa por el Puerto de Bujaruelo a 2.270 metros, cruza la frontera franco-española, y continúa hasta el refugio de Sarradets a 2.600 metros. Desde allí, el camino se dirige a la icónica Brecha de Rolando antes de alcanzar la cima del Taillón a 3.144 metros.

Esta exigente travesía, que pone a prueba la resistencia física, ofrece vistas panorámicas del Circo de Gavarnie, el Monte Perdido y el Vignemale, proporcionando una experiencia completa de alta montaña en el corazón del Pirineo Aragonés.

Sobre Thomas Martin, autor de este post

Tengo 34 años y practico montaña desde los 22 y es mi modo de vida. Me inicié con la bicicleta de montaña por las montañas de casa y después con el trail running. En la actualidad suelo practicar trail running, escalada, alpinismo, esquí de montaña y ciclismo. He realizado varias expediciones por el mundo gracias a estos deportes (Mont Blanc, Toubkal, Georgia, etc). Aún recuerdo mi primera vez en el Pirineo y esa misma sensación me invade cada vez que vuelvo, que no es poco.

Taillón desde Bujaruelo por la Brecha de Rolando

Ficha de la Ruta

  • Distancia: 21.5km
  • Desnivel positivo: 1850+
  • Lugar de salida: Refugio de Bujaruelo
  • Dificultad técnica: fácil
  • Dificultad física: moderada
  • Duración: 7 horas

Crónica de la ruta

El día comienza temprano con el suave resplandor del amanecer, que lentamente ilumina el horizonte de un cielo despejado. Este augura una jornada perfecta para la montaña, aunque el calor no tardará en hacerse presente. Desde el Refugio de Bujaruelo, ubicado en el corazón de los Pirineos, iniciamos nuestra caminata con energía. El primer tramo de la ruta cruza el río Ara, cuyas aguas cristalinas reflejan el azul del cielo, y se adentra en un espeso bosque. Los árboles, cubiertos de musgo y bañados por la luz dorada de la mañana, crean un ambiente fresco y húmedo que resulta ideal para comenzar la ascensión.

El sendero gana altura rápidamente, y pronto dejamos atrás el bosque para adentrarnos en un terreno más abierto y rocoso. Tras un par de horas de caminata constante, alcanzamos el Puerto de Bujaruelo. Aquí, a más de 2,270 metros de altitud, cruzamos la frontera natural que separa España de Francia.

Pico Taillón
Pico Taillón © ThomStrong

El cambio en el paisaje es evidente: el terreno se vuelve más escarpado y agreste, con rocas imponentes que dominan el horizonte. Pero el esfuerzo merece la pena, ya que sabemos que desde la cima del Taillón se puede disfrutar de una vista espectacular del macizo de Gavarnie, cuyas cumbres nevadas contrastan con el cielo azul.

Desde el Puerto de Bujaruelo, el camino desciende ligeramente hacia una llanura, donde la vegetación escasea y el paisaje se torna más desolado. A lo lejos, divisamos la impresionante cascada del Taillón, hacia donde nos dirigimos. Este tramo de la ruta es uno de los más exigentes, con un fuerte desnivel y un terreno pedregoso que pone a prueba nuestra resistencia.

Pico Marboré y Circo de Gavarnie
Pico Marboré y Circo de Gavarnie © ThomStrong

Sin embargo, la majestuosidad del Circo de Gavarnie, con sus paredes verticales y su atmósfera casi mística, nos impulsa a seguir adelante. Llegamos al collado, que nos ofrece un merecido respiro y una vista panorámica que corta la respiración. Desde aquí, la Brecha de Rolando se perfila en el horizonte, recordándonos que aún queda un último esfuerzo antes de alcanzar nuestra meta.

Adentrándonos en el valle, finalmente llegamos al refugio de Sarradets, situado a casi 2,600 metros de altitud. Es el lugar perfecto para hacer una pausa, reponer fuerzas y llenar nuestras cantimploras con agua fresca. Desde aquí, las vistas del Circo de Gavarnie y la Brecha de Rolando son simplemente espectaculares. Nos quedamos un rato en silencio, contemplando la grandeza del paisaje que nos rodea, sintiéndonos pequeños ante la inmensidad de las montañas.

El tramo final hacia la Brecha de Rolando es sin duda el más emocionante de la jornada. La leyenda del caballero que, según la tradición, abrió esta gigantesca brecha en la roca, nos acompaña en cada paso. Aunque queda algo de nieve en el camino, no es necesario utilizar crampones, y seguimos adelante con precaución. La Brecha, con su apertura natural en la roca que conecta Francia y España, es un lugar mítico y cargado de historia. Desde allí, me despido temporalmente de mis compañeras y continúo en solitario por un sendero bien marcado que serpentea entre las rocas. A medida que avanzo, puedo ver todo el sector de Ordesa desplegarse ante mis ojos, mientras me adentro de nuevo en territorio español.

Brecha de Rolando
Brecha de Rolando © ThomStrong

La ascensión final al Taillón requiere un último esfuerzo. A estas alturas, las piernas empiezan a notar el cansancio, pero la motivación de alcanzar la cima me impulsa a seguir. Con cada paso, el panorama se hace más amplio y espectacular. Finalmente, llegamos a la cumbre del Taillón o Punta Negra, a 3.144 metros de altitud. Desde aquí, las vistas son inigualables: un panorama de 360 grados que abarca el Monte Perdido, el Cilindro de Marboré (al que me propongo ascender en septiembre) y el majestuoso Vignemale.

Es un lugar perfecto para detenerse, respirar profundamente y dejarse maravillar por la inmensidad de los Pirineos. La satisfacción de haber conquistado este tresmil mítico es inmensa, y aprovecho para celebrar este logro mientras disfruto del paisaje.

El descenso sigue la misma ruta, pero ahora, con la luz del día cambiando y alargando las sombras, el paisaje adquiere nuevos matices. Es un buen momento para relajarse, disfrutar de la tranquilidad de la montaña y reflexionar sobre la experiencia vivida. Cada paso de regreso nos permite apreciar la belleza de las montañas desde una perspectiva diferente, y aunque el cansancio se hace sentir, el espíritu de aventura nos mantiene enérgicos hasta el final del recorrido.

Al llegar de nuevo al Refugio de Bujaruelo, decidimos terminar la jornada con un baño en el río y un refresco en el restaurante. Cerramos el día con una sensación de logro y de paz que solo la montaña puede ofrecer.

Track de la Ruta

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